«Mírame, digo, ven a ver qué ocurre / en el país vacío de mis ojos, / en la desalentada pesadumbre /  de mi cuerpo, en la noche de mi vida. / Sal de ti, dices, sal de tu silencio / deshabitado y dame una palabra / que me devuelva al mundo y me rescate / de este pozo de angustia y de amargura. / Mírame, sal de ti, dame el abismo / de tu amor, quémame, muérdeme el alma, / rómpeme, dale al viento mis cenizas. /Digo, dices, decíamos, diremos…»

Luis Alberto de Cuenca (Sin miedo ni esperanza. Visor, 2002)