Recuerdo una película hispanocubana, Guantanamera, en la que el transporte de un cadáver siguiendo las normas de un plan estatal diseñado para ahorrar gastos en los traslados de fallecidos, termina convirtiéndose en una divertida road movie a lo largo de toda la isla del castrismo decadente. O mejor, en una ‘hearse movie’, atendiendo a la traducción inglesa de coche fúnebre.

Esta semana también vamos a tener en España una guantanamera tragicómica con lo del traslado de la momia. Lo del helicóptero lo veo bien, pero con matices. Es decir, que yo le pondría un par de hélices y un motor al ataúd y lo haría volar a modo de dron por los cielos de Madrid. Aunque con esto hay que tener cuidado, porque hablar de franquismo y de ciertos medios de transporte aéreos conlleva su riesgo judicial.

Quizá sería mejor lo que proponía hace unos días en una de mis eFAKEmérides: meterlo en un coche fúnebre y llevarlo desde el Valle de los Caídos hasta el cementerio de El Pardo a toda velocidad, arriesgando muchísimo en las curvas. O sea, a tumba abierta.

Lo único que, en caso de accidente y de que saliera la momia despedida, podría dar origen a una nueva leyenda urbana: el dictador de la curva, de esos que se te meten en el coche y luego desaparecen. Al cabo de cuarenta años, eso sí.

Otra posibilidad sería recuperar el yate Azor, que aún sigue medio desguazado en Burgos, remolcarlo hasta Cuelgamuros, meter ahí la mojama que pescaba atunes y que dos helicópteros se lo llevaran, aguantando el peso, hasta las Rías Altas, para luego dejarlo caer y que se hundiera mar adentro.

Algo parecido hicieron las autoridades alemanas con los restos del nazi Rudolf Hess en 2011. Exhumaron sus restos de madrugada, desmantelaron su tumba en el cementerio de la localidad de Wunsiedel, lo incineraron y lo tiraron al mar. Acabaron así de un plumazo con los homenajes y peregrinaciones que los neonazis organizaban cada agosto en aquel lugar para conmemorar su muerte. Con un par.

Y aquí todavía hemos visto hace unos días,  en las mismas puertas del Valle de los Caídos, a un supuesto exlegionario salido de la ‘Escopeta Nacional’, arengando megáfono en mano, y chapiri en la cabeza, a una tropa de fachas provocadores – valga la redundancia- que no paraban de insultar a la Guardia Civil por no dejarles entrar al recinto donde el dictador ha pasado los primeros 16.041 días de su muerte. (No os perdáis el vídeo que he enlazado más arriba)

Ahora que van a interrumpir su eternidad durante un rato para darle un último garbeo aéreo por Madrid, me da por imaginarme a uno de los operarios del helicóptero parafraseando al sátrapa mientras amarra el ataúd dentro del aparato: “Ya está atado y bien atado. Partimos hacia Mingorrubio”. ¡Y a volar!