12 de mayo de 2020. Hoy hace siete años que te fuiste a ese lugar, si existe, donde van los hombres buenos. Fue eso, tu bondad, la mejor enseñanza que recibí de ti. Ahora voy sumando también tus gestos de mayor, tus manías, tu inacabable afición por la lectura y la alegría de los cócteles del aperitivo. Y quizá, también, esa forma de mirar sonriendo a la vida, sabiendo, como sabías y ahora sé, que todo se resume en un poco de amor, unos cuantos amigos verdaderos y muchos viajes. La vida padre. Y la vida, padre. Imposible olvidarte.