Regresar a lugares donde fuiste feliz
sin saberlo, después de algunos años,
y encontrar los objetos que te aguardan
intactos, aunque muertos, pues tus ojos
no recuerdan su magia de otras horas.
Casas de antiguas novias que se quedan
remotas y cercanas con el tiempo,
como el rostro querido a través de un cristal,
calles, lechos, lugares ya furtivos
a los que aún volvemos, algún día,
cuando los padres huyen a ciudades dudosas
y es tarde al fin para nosotros. Pero es más triste
regresar a los cuerpos, a su calor menguado,
a sus ropas extrañas, y a la carne
en que cifraste un día tu existencia.
Pues no se pierde un cuerpo para siempre
sino su engaño breve, y tan hermoso;
aquello que hoy buscamos, sin fortuna,
en el mismo lugar, sobre los mismos labios.
Vicente Gallego / Reencuentro
(Revista Octaviana nº 5 Aula de Poesía de la Universidad de Cádiz. Pza. Elios, 3-7º Cádiz, 1988)
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