Es un puente que acerca
geografías humanas. Le fiamos
la burla y la alegría por igual.
Se parece a los ríos, y a la luna,
y a nada se parece. Yo la he visto
brillar como la luna y fluir como un río
recorriendo unos labios de mujer.
Puede ser un regalo, una condena,
cohabitar con el necio y encubrir al traidor.
Mi corazón le debe la memoria
de los seres que he amado y que perdí,
Pues el tiempo, que borra en mi recuerdo
el perfil de sus rostros, no empeña sus sonrisas,
y en sus sonrisas vive extrañamente
la clara imagen, fiel,
de todo cuanto fueron para mí.
La sonrisa nos salva y debería
conservarla la tinta,
como una huella dactilar del alma.

Vicente Gallego: La sonrisa (La plata de los días, 1996 / El sueño verdadero. Visor, 2003)

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