Cómo te defiendes de mí.

Cómo resistes,

desde la torre de la ausencia,

agitando el pañuelo para siempre,

sin forma ni color,

humo tan sólo,

aérea y rígida en tu nube,

diciendo adiós al mundo y a mis brazos,

muerta y levísima.

Cómo te defiendes de mí.

Cómo, al fin, me derrotas

y me sepultas, también a mí,

en la tumba sin flores del olvido,

donde mis huesos no conozcan

la senda de tu cobardía.

Luis Alberto de Cuenca. Cómo te defiendes de mí. Necrofilia, 1983

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Ludovico Einaudi: Nuvole Nere (Una Mattina)

 

Descubro con asombro que aún me faltaban por leer los primeros poemas de Luis Alberto de Cuenca. En mi manoseada edición de Cátedra (L.A.C. Poesía 1979-1996, Cátedra, 2006) no figuran, por ejemplo, la Necrofilia de 1983, con versos como estos, que nunca debieron reposar en la tumba sin flores del olvido.