Un kilómetro y medio, y casi un siglo de distancia, media entre el madrileño teatro Barceló y el antiguo café Lion, hoy transformado en un pub irlandés. El Lion, abierto en 1931, tenía un sótano con nombre propio tomado de la pintura mural que lo decoraba y que aún hoy sigue existiendo como almacén: La Ballena Alegre.
El local, situado frente al edificio de Correos, acogió distintas tertulias durante la II República: en la planta a pie de calle se reunía la joven Generación del 27 junto a escritores consagrados como Valle-Inclán, que también tenía una tertulia a la que acudían pintores como Anselmo Miguel Nieto o el dibujante Rafael de Penagos, mi tío abuelo. Lo cuenta M.R. Giménez en su blog “Antiguos cafés de Madrid y otras cosas de la villa”.
«Yo te daré…»
Abajo, en el sótano, congregaba José Antonio Primo de Rivera a sus camaradas de Falange. En La Ballena Alegre era habitual escuchar a los camisas azules cantar su himno secreto, tomado de un vals de moda en aquellos años cuya letra no ocultaba cierta ironía sexual y política: “Yo te daré, te daré niña hermosa, te daré una cosa que yo solo sé: café”, donde la niña era la recién estrenada II República Española y el café un siniestro acrónimo de “Camaradas, Arriba Falange Española”.
Mientras esos sones llegaban del subsuelo, arriba creaba José Bergamín la revista ‘Cruz y Raya’, en la que colaboraban asiduos tertulianos del Lion, como Pablo Neruda, Rafael Alberti, García Lorca, Ramón Sijé y casi toda la Generación del 27. También publicaba sus versos en ‘Cruz y Raya’ el poeta Miguel Hernández. Y aquí quería llegar yo.
El novio partisano de la muerte
El pasado 1 de marzo, Santiago Abascal invitaba a las juventudes de Vox –no se admitían a mayores de 30 años- a reunirse en el teatro Barceló, la antigua discoteca Pachá (hoy sin acento y con una efe sustituyendo a la pe inicial). El evento, con photocall rojigualda y al que acudieron más de 700 alegres jóvenes, tenía el muy cañí título de Cañas por España. Estuvo amenizado por un Dj que, según leo en las crónicas de Laura Galaup (El Diario) y Manuel Viejo (El País) no dudó en mezclar a Manolo Escobar con Gloria Gaynor, los Nikis, el “Novio de la muerte” de la Legión y, ojo, el ‘Bella Ciao’ de los partisanos, lo que le valió el abucheo de muchos de esos españolitos de los que nos guarda el dios machadiano.
Corregida la cagada, pronunció su mitin Santiago Abascal, que también hizo de Dj pinchando un remix del himno nacional. El líder de Vox contó cómo ha cabalgado por el desierto de la indiferencia política hasta ser aclamado por los taurinos, los cazadores, los Torrentes que no saben que son Torrentes, los que sí lo saben, los machirulos en general y los LGTBIfóbicos en particular.
La salvación de España
Pero he aquí lo mejor: al hombre que defiende la vuelta de la ultraderecha más casposa en nuestro país, no se le ocurrió otra cosa que terminar el mitin recitando, sin citar al autor, unos versos de Miguel Hernández, represaliado por el régimen franquista y muerto en prisión: “la juventud siempre empuja/ la juventud siempre vence/ y la salvación de España / de su juventud depende”. Con un par. Alguien debería decirle a Santiago Abascal que lo mismo se ha confundido de tertulia, que la suya es la de abajo, donde La Ballena Alegre, tan alegre como esa juventud que le vitorea. Y que se deje de cañas y se tome un café por España. Amargo, como su discurso.
3 de marzo de 2009