No parece el gorrión

un pájaro del cielo,

no está tocado

por la gracia de la naturaleza

(o no, al menos, a la manera

de la golondrina, el mirlo,

el jilguero o tantos otros).

Parece más el gorrión un pájaro

de barrio, de callejuela,

de terraza de bar

siempre al borde del traspaso.

Pero eso es lo que nos gusta de él,

lo que lo hace simpático,

su cercanía, ese saber estar

entre la gente, su falta de altivez.

A mí me encanta verlos

por ahí, a su aire, en el aire,

con ese aire de pájaros normales

(la chaqueta sin brillo,

gastada por el uso).

Tengo ahora mismo

un par de ellos aquí abajo,

a mis pies, picoteando

en la acera, agradeciéndome

en morse el desayuno.

Karmelo C. Iribarren: El gorrión

(La última del domingo. Ed. Visor, marzo de 2024)